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dimarts, 1 de juny del 2010

De la Fractura al Diàleg

Estos cien años de ecumenismo han cambiado el panorama religioso entre los cristianos

Del 2 al 6 de este mes de junio se conmemorará solemnemente en Edimburgo (Escocia) cien años del movimiento ecuménico. Así será en recuerdo de la Conferencia Misionera Mundial del año 1910 que dio el primer paso del movimiento para la unidad de todos los cristianos tal como se entiende hoy en día Una triste y penosa historia.

La historia de las divisiones cristianas es algo triste y penoso. Ha habido tres momentos cruciales de fractura eclesial.

1.-) En el siglo V, con la separación de los orientales ortodoxos (coptos, armenios, caldeos) por motivos sobre la forma de entender a Jesucristo
2.-) En el siglo XI, con la división entre Occidente y Oriente (ortodoxos)
3.-) En el siglo XVI, con la Reforma protestante.

Antes de esta fecha en muchas comunidades se deseaba la unidad, pero las polémicas y las rivalidades eran demasiado fuertes, y el deseo de unidad se traducía en desear el "retorno", la conversión o la absorción de los demás en la propia iglesia. La Conferencia Mundial Misionera de 1910 de Edimburgo reunió a 1.500 misioneros protestantes de todo el mundo, convencidos por su experiencia de que la eficacia y la credibilidad misionera quedaba muy debilitada por la evidente división de las iglesias. Experimentaban cada día la verdad de la oración del Señor a favor de la unidad "a fin de que el mundo crea".

Las divisiones escondían el rostro cristiano. Las sociedades misioneras protestantes de la época trabajaron para reunir el mayor número posible de sus asociados a fin de restituir de una vez la unidad perdida. Pero la amarga experiencia de la Conferencia Mundial Misionera fue triple: que las divisiones eran muy profundas, que el camino sería largo y que la unidad se lograría por el diálogo, la colaboración y la profundización en común del mensaje cristiano. Un caminar juntos como hermanos. Este gran impulso inicial dio origen a tres movimientos con diferentes sensibilidades. Unos continuaron fieles a la unidad para la misión; otros, se inclinaron por el camino de la colaboración social (Vida y Acción); otros, se dedicaron a intentar superar las diferencias doctrinales (Fe y Constitución).

En 1948, en Amsterdam, 150 comunidades protestantes y ortodoxas aunaron sus fuerzas y crearon el Consejo Mundial de Iglesias, con sede en Ginebra. Este Consejo ha sido clave para la promoción de la unidad por medio del diálogo y la colaboración. La Iglesia católica se sumó al movimiento ecuménico en el concilio Vaticano II, cuyas sesiones se celebraron entre los años 1962 y 1965), mediante la proclamación solemne del derecho a la libertad religiosa y el reconocimiento de realidades o elementos eclesiales en las otras confesiones cristianas.

Ya no se habla más de retorno o absorción. Se habla de camino, de renovación, y de buscar juntos lo que Jesucristo quiso de su Iglesia. Aunque el ecumenismo fue "inventado" por protestantes y ortodoxos, la Iglesia católica, por su gran potencia y extensión por todo el mundo, ha dado un gran impulso al movimiento ecuménico. Pasó rápidamente del alejamiento a la participación. Pasó de considerarse única poseedora de la verdad de Jesús a dar y recibir las riquezas de todos y entre todos. Un futuro esperanzador.

Es verdad que muchos cristianos se han cansado de esperar y se muestran desengañados de los logros obtenidos y recelosos del camino a recorrer. Pero la realidad es que en los últimos 100 años, incluso 50 años, se ha avanzado más que en los 1.500 años anteriores. Se ha ganado, en primer lugar, en conocimiento de las demás confesiones y también en aprecio de las riquezas de todos. Se colabora en la Biblia, en la catequesis, en la investigación y en la enseñanza de la teología, en la actividad misionera, en el diálogo con las demás religiones. También se trabaja juntos en la acción social, en el compromiso en la sociedad. Se ha llegado a buenos resultados en los diálogos teológicos. Por ejemplo sobre el bautismo (prácticamente común y reconocido entre todos), sobre la Eucaristía (entre católicos, anglicanos y luteranos), en parte sobre el ministerio presbiteral y episcopal, sobre la gran cuestión polémica en la Reforma de la "justificación por la fe" (entre luteranos y católicos). En este momento hay más de cien diálogos doctrinales en curso.

Sin duda que el camino a recorrer será todavía largo y costoso. Ello será así porque surgen nuevos problemas (por ejemplo con los anglicanos) o porque se crean miles de nuevas comunidades o confesiones en África y en América Latina. Pero en estos cien años de ecumenismo se ha cambiado completamente en el panorama religioso entre los cristianos. Vale la pena celebrarlo en Edimburgo.

Antoni Matabosch