Articles Recomanats

diumenge, 18 de juliol del 2010

El català al·lucinat. Pilar Rahola

Hace unos meses, en un acto en homenaje a Jaume Vicens Vives, en el Cercle d'Economia, Jordi Pujol aseguró que el notable historiador había fracasado. Y no se refería, por supuesto, a la biografía de Vicens Vives, cuyo 50.º aniversario del fallecimiento conmemoraban en dicho acto. Se refería al espíritu de los catalanes que, como Vivens Vives, habían creído en la sinergia Catalunya-España que debía permitir consolidar los puentes de diálogo y modernizar las bases del Estado. “Esa Catalunya optimista y esperanzada ya no existe”, decía el Muy Honorable, engullida por una España tan poblada de separadores que ha quebrado los puentes, alimentado el pesimismo y dinamitado las esperanzas. Con los matices pertinent es, es el mismo diagnóstico que hacen tanto los de Esquerra como la CDC comandada por Artur Mas y, con la boca pequeña, también muchos de los socialistas más conscientes. De hecho, algo de ello hubo en el discurso de Montilla, el viernes pasado. Podría resultar, por tanto, que el diagnóstico pesimista respecto a España fuera bastante coincidente en el espectro central del catalanismo, la inmensa mayoría del país. El famoso català emprenyat de Enric Juliana estaría, después de la sentencia del Estatut, definitivamente desesperanzado, y esa fatiga de desesperanza nutrió con miles de personas la manifestación del sábado. ¿Pero todo acaba con la fatiga respecto a España? ¿O empieza a existir un catalán que, aparte de emprenyat con España, está al•lucinat con sus propios dirigentes políticos? Lo de estos días de llamadas virtuales a la unidad, con retórica grandilocuente sobre el “espíritu de la manifestación” y lamisma grandilocuente incapacidad de recoger dicho espíritu, es para echar a correrynoparar hasta Marte. ¡Qué espectáculo patético, con unos mareando la perdiz de sus líos PSC-PSOE, otros levitando con la independencia para pasado mañana, y los otros plantando reuniones con la excusa de que lo firman todo! De Montilla a Mas, de Mas a Montilla, el ping-pong ha sido deplorable y, a todas luces, decepcionante. ¿Para qué queremos al Tribunal Constitucional, a Alfonso Guerra, al PP, a Intereconomía, al anticatalán patanegra y a cualquier otro elemento de la fauna, cuando nos tenemos a nosotros mismos para hacernos el harakiri? Si nuestros líderes políticos no son capaces de sumar en el mínimo común denominador que motivó la manifestación, significa que no sirven como líderes, para este momento histórico. Dan ganas de enviarlos todos juntos de colonias, a ver si cantan el foc joliu, hacen terapia de grupo y dejan de hacer el ridículo. Porque, perdonen, pero la gente respondió y salió a la calle. Ahora la pelota está en el campo político, y si no saben recogerla, serán responsables de una profunda y severa decepción colectiva. Responsables ante la ciudadanía. Y responsables ante la història