Ratzinger ya denunció en 2005 la "suciedad entre quienes por el sacerdocio deberian estar entrgados a Cristo"
Casos de pederastia en la Iglesia católica! Sobre estos delitos, el sociólogo Manuel Castells apunta la hipótesis de un “ajuste de cuentas”. El Papa habla de “traición”. Otras voces lo atribuyen a la debilidad humana.
El bueno de la película.
Castells se refiere a los ataques al Papa pese a que Joseph Ratzinger impulsa la investigación de la pederastia. Señala que “podría ser un ajuste de cuentas interno al Vaticano y una advertencia para que no vaya más lejos en la investigación”, en referencia auna venganza desde sectores próximos a los Legionarios de Cristo. Sugiere: “Como las apariencias engañan, no condenen al Papa antes de tiempo. Puede acabar siendo el bueno de la película” (La Vanguardia, 3 de abril).
Castells se refiere a los ataques al Papa pese a que Joseph Ratzinger impulsa la investigación de la pederastia. Señala que “podría ser un ajuste de cuentas interno al Vaticano y una advertencia para que no vaya más lejos en la investigación”, en referencia auna venganza desde sectores próximos a los Legionarios de Cristo. Sugiere: “Como las apariencias engañan, no condenen al Papa antes de tiempo. Puede acabar siendo el bueno de la película” (La Vanguardia, 3 de abril).
Ratzinger habla de “traición”.
El 18 de marzo del 2005, Viernes Santo, el entonces cardenal Ratzinger habló de “traición”. Era la etapa final del largo pontificado de Juan Pablo II. Murió el 2 de abril. Ratzinger recibió el encargo papal de elaborar los textos del vía crucis (camino de la cruz) que se celebra cada año en el Coliseo de Roma. Las palabras de Ratzinger de aquel día pueden aplicarse hoy, dado los casos de sacerdotes pederastas. Quien poco después sería elegido papa como Benedicto XVI habló de suciedad, sacerdocio y traición.
En uno de los 14 episodios del vía crucis, Ratzinger meditó sobre la tercera caída de Jesús bajo el peso de la cruz. Su explicación sorprendió: “¿No deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? (...) ¡Cuánta suciedad en la Iglesiay entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! (...) La traición de los discípulos, la recepción indigna de su cuerpo y sangre, es el mayor dolor del redentor”. Y oró así: “Señor, frecuentemente (...) en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Los empañamos quienes te traicionamos”.
También ahora Benedicto XVI menciona varias veces el término “traición” en su carta, de 20 de marzo, a los católicos de Irlanda. El Papa dice a las víctimas: “Vuestra confianza ha sido traicionada y violada vuestra dignidad”. Interpela a los sacerdotes que han abusado de niños: “Habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y sus padres”. Y confiesa: “Todos nosotros estamos sufriendo las consecuencias de los pecados de nuestros hermanos que han traicionado una obligación sagrada o no han afrontado de forma justa y responsable las denuncias de abusos”.
El 18 de marzo del 2005, Viernes Santo, el entonces cardenal Ratzinger habló de “traición”. Era la etapa final del largo pontificado de Juan Pablo II. Murió el 2 de abril. Ratzinger recibió el encargo papal de elaborar los textos del vía crucis (camino de la cruz) que se celebra cada año en el Coliseo de Roma. Las palabras de Ratzinger de aquel día pueden aplicarse hoy, dado los casos de sacerdotes pederastas. Quien poco después sería elegido papa como Benedicto XVI habló de suciedad, sacerdocio y traición.
En uno de los 14 episodios del vía crucis, Ratzinger meditó sobre la tercera caída de Jesús bajo el peso de la cruz. Su explicación sorprendió: “¿No deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? (...) ¡Cuánta suciedad en la Iglesiay entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! (...) La traición de los discípulos, la recepción indigna de su cuerpo y sangre, es el mayor dolor del redentor”. Y oró así: “Señor, frecuentemente (...) en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Los empañamos quienes te traicionamos”.
También ahora Benedicto XVI menciona varias veces el término “traición” en su carta, de 20 de marzo, a los católicos de Irlanda. El Papa dice a las víctimas: “Vuestra confianza ha sido traicionada y violada vuestra dignidad”. Interpela a los sacerdotes que han abusado de niños: “Habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y sus padres”. Y confiesa: “Todos nosotros estamos sufriendo las consecuencias de los pecados de nuestros hermanos que han traicionado una obligación sagrada o no han afrontado de forma justa y responsable las denuncias de abusos”.
Sobre la debilidad.
El rector del Seminari de Barcelona, mosén Josep M. Turull, responsable de formar a los futuros sacerdotes, reflexiona. “¿Cómo creer? Creer con más realismo y menos ingenuidad. Creer porque Jesucristo es siempre fiel y nunca falla. Creer sabiendo que hay quien se aprovecha de la fe y del sacerdocio. Creer conscientes de que el pecado, en algunas ocasiones, tiene una fuerza demoledora y que nadie está libre de caer en sus redes. Creer reconociendo que en algunas ocasiones, contadas, la enfermedad y la debilidad son capaces de distorsionar lo mejor convirtiéndolo en lo peor. Creer sabiendo que es infinitamente mayor el bien que hacen los miembros de la Iglesia, incluidos los sacerdotes, que el mal que alguno provoque”.
El rector del Seminari de Barcelona, mosén Josep M. Turull, responsable de formar a los futuros sacerdotes, reflexiona. “¿Cómo creer? Creer con más realismo y menos ingenuidad. Creer porque Jesucristo es siempre fiel y nunca falla. Creer sabiendo que hay quien se aprovecha de la fe y del sacerdocio. Creer conscientes de que el pecado, en algunas ocasiones, tiene una fuerza demoledora y que nadie está libre de caer en sus redes. Creer reconociendo que en algunas ocasiones, contadas, la enfermedad y la debilidad son capaces de distorsionar lo mejor convirtiéndolo en lo peor. Creer sabiendo que es infinitamente mayor el bien que hacen los miembros de la Iglesia, incluidos los sacerdotes, que el mal que alguno provoque”.
Oriol Domingo
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