El ecumenismo según la dimisionaria presidenta del consejo de la Iglesia evangélica alemana, Margot Kässmann
“El Cristianismo no es uniforme”
Son las últimas consideraciones sobre ecumenismo efectuadas por la obispa Margot Kässmann antes de dimitir como presidenta del consejo de la Iglesia evangélica alemana (EKD). “La Vanguardia” ya ha informado de las circunstancias de su dimisión.
“En cien años se ha evolucionado muchísimo, pero...”
La vida prosigue. Cabe plantear cuáles son el balance y laperspectiva de la aplicación del documento sobre la justificación de la fe, firmado hace 10 años por la Federación luterana mundial y la Iglesia católica. Esta cuestión ha dividido católicos y protestantes durante siglos.
“El ecumenismo –explica Kässmann– cumple cien años. Su idea apareció por primera vez en 1910, en la conferencia global de misioneros en Edimburgo. Dijeron que los cristianos no tenían credibilidad porque estaban divididos. ‘No podemos arrastrar esa división. Tenemos que dilucidar qué significa la unidad’, se dijo. Fue el inicio del movimiento ecuménico. En cien años se ha evolucionado muchísimo”.
Kässmann alude a la experiencia de su comunidad. “Hace 50 años –relata– era impensable que una católica y un protestante se casaran en Alemania. En 1999, al segundo mes de mi ordenación, las cosas se movieron en un sentido innovador. Se dijo que lo que en el siglo XVI era la principal división (la justificación sólo por la fe) hoy podemos formularlo teológicamente de forma que las separaciones del XVI ya no tengan validez. Hubo mucha esperanza de abrir la brecha: reconocimiento como Iglesia, comulgar en común... Pero esa esperanza no se ha cumplido. Debemos contemplarlo con realismo, y también hay que apreciar los pasos dados en cien años. Pero en el 2000 llegó el documento Dominus Iesus con el que la Iglesia católica volvió a dejar claro que, para ella, los evangélicos no somos Iglesia en pleno sentido. Ese es el dilema teológico fundamental”.
“La Iglesia evangélica invita a la comunión”
La cuestión es cómo superar este dilema. “Mientras no haya ese reconocimiento como Iglesia evangélica –apunta–no podemos reunirnos para comulgar juntos. Como Iglesia evangélica invitamos a cualquier cristiano bautizado a la comunión, porque es Cristo el que invita. Cuando se divulga el Evangelio y los sacramentos se administran de acuerdo con el Evangelio, eso es Iglesia para nosotros y, por eso, cualquiera puede acudir. Pero para la Iglesia católica lo decisivo es la concepción de Iglesia”.
Juan Pablo II pidió revisar el papel del papado.
Por parte católica, Juan Pablo II publicó hace 10 años la encíclica Un unum sint (Para que sean uno). En ella se pide a católicos y cristianos que piensen cómo revisar el papel del papado para contribuir a la unidad de los cristianos. “Hay voces entre los protestantes –sostiene Margot Kässmann– que dicen que ello sería imaginable. Pero creo, y Juan Pablo II lo dijo una vez, que el papado pertenece a algo fundamentalmente separador. No veo cómo las Iglesias de la Reforma podrían reconocer al papado como instancia de unidad, porque eso contradice fuertemente la concepción evangélica”.
“En la Iglesia evangélica hay una cultura del debate”.
La hasta ahora presidenta de la Iglesia evangélica alemana argumenta: “La Iglesia evangélica nunca podrá proclamar ‘una sola voz para toda la Iglesia del mundo’. Sería muy difícil porque nosotros tenemos toda esa diversidad y podría suscitar desavenencias en nuestra Iglesia. Nunca podrá haber una sola voz para todos. En la Iglesia evangélica hay una cultura del debate. Un obispo o una obispa pueden decir algo y ser cuestionados por cinco. El propio Lutero se presentó en Worms ante el papa y el emperador y dijo: ‘Estoy en contra, no puedo evitarlo, que Dios me ayude, Amén’. La conciencia particular se forma de la Biblia. Por eso no puedo imaginar un camino que permita a los evangélicos reconocer al papado como portavoz de la unidad para todos”.
“La disparidad se mantendrá, pero debería ser conciliada”.
Al insistir sobre si las diversas confesiones cristianas deberían tener una autoridad universal por motivos teológicos, eclesiales y sociales, Kässmann responde: “Dejemos algo en claro. Nos unen más cosas de las que nos separan. Por ejemplo, resulta conmovedor que recemos juntos el padrenuestro cuando celebramos conferencias internacionales. En todas las lenguas posibles. No entiendo la oración del otro, pero sé que está rezando el mismo padrenuestro. Hay ahí una profunda unión que va más allá de las fronteras culturales, étnicas o nacionales, un profundo anhelo de justicia, paz y preservación de la creación en el mundo, pero no concibo la diferenciación como algo oneroso sino como creatividad” Y concluye: “El cristianismo no es uniforme. Puedo aprender de otras formas. La diversidad también puede ser creativa. Hablamos de una disparidad reconciliada. La disparidad se mantiene pero debe reconciliarse de tal forma que nos permita comulgar juntos. Esa sería mi meta. La disparidad se mantendrá y eso me parece creativo y emocionante. No la quiero eliminar, pero debería ser conciliada porque de lo contrario no podemos comulgar juntos. Esa sería la señal de unidad. Sin ella siempre nos faltarà credibilidad cuando apelemos a la unidad al mundo seglar
Article de Rafel Poch i Oriaol Domingo publicat a La Vanguardia el dia 28 de Febrer del 2010, pàg 46,
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada